Crónica Apócrifa del VIII Encuentro

ÁN/2

Prefacio

Ya la etiqueta con su contundente simplicidad y tipografía nos recuerda la estética del constructivismo ruso de allá por los años 20. Este vino no creo que tenga ningún parentesco con la revolución soviética, pero, desde luego, no es un vino convencional. Tiene, como la etiqueta, parte de rojo y parte de negro, y, como la imagen que ilustraba la convocatoria del encuentro, un carácter de estallido más o menos silencioso, como el amenazante desplazamiento lateral de los marcianitos rojos sobre fondo negro del primer “Space Invaders”.

Cuentos Gastronómicos

Paseo en barca. Discurrimos apaciblemente por un canal a la alegre luz de un sol de nata, mientras la embarcación va apartando los apios que flotan en un agua de trufa, que como un impacto carmín sobre una diana blanca, que se expande y ramifica, nos descubre bajo esta, la aterradora oscuridad de un ánima, alargada y negra...

Campo florido (exterior día). La princesa Alcachofa es una encantadora joven de dulce rostro y rubios cabellos, aunque un tanto obesa (lo cual, por otro lado, no le resta encanto). Pasea escoltada por el caballero Sepia, el de blanca armadura, y es una precaución necesaria, pues el Dragón Rojo surge de las profundidades para intentar devorarla. La lucha parece estar decantándose a favor del Dragón, pero en el último momento, entre las garras de la bestia, a punto de ser aplastado, el caballero Sepia consigue asestar una mortal estocada con su espada de jengibre.



Bambi ya no es el inocente cervatillo de antaño. Los desengaños de la vida lo han llevado al lado oscuro; sus pasos lo han guiado, no sin cierto temor, a través de pétreas salas subterráneas, hasta el sitial de la oscuridad, donde la espiral de su ADN se ha enroscado con la de la sombra, produciendo un nuevo ser, poderoso y oscuro.

No hay más que verla, la navaja ya te induce a pensar en sexo. La obscena fermentación marina se encuentra con las oscuras ansias de las profundidades de la tierra y comienzan una desenfrenada cópula, observadas en silencio por un arroz, que, aunque amorcillado, no puede sino contemplar timorato la lujuriosa escena que se desarrolla en tu boca.

Volvemos a pasear en barca, esta vez por un rio; un rio rojo que discurre entre blancas orillas de rectas aristas. Ahora la oscuridad está en el cielo, una oscuridad morado-grisácea que, como toda la escena, tiene una cualidad acuarelosa. Puede que el rio sea el Nilo y que el pasajero de la barca sea el desconocido dios egipcio de negra pezuña.


Epílogo

Ciertamente hay algo oscuro que subyace: una sombra, un dragón, un seco demonio de áspera piel que medita su plan para acceder a esta capa de la realidad, una compacta horda de grillos carnívoros cuyo sonido se limita a un inquietante y grave zumbido de fondo.

Texto: BERTOLDO PEÑAVIEJA