Una botella de vino, ¿es un gasto o una inversión? ¿Sirve para algo consumir unas cuantas botellas?
Comenzar nuestro relato lanzando estas preguntas os puede ofrecer una leve idea de lo mucho que dan de sí nuestros encuentros vinícolas, encuentros que, sin duda alguna, constituyen una experiencia enriquecedora para los 5 sentidos.
Intentemos reunir todas las sensaciones que se aunaron el 5 de julio alrededor de unas cuantas botellas de Martin Codax.
Pero, ¿cuántas botellas fueron?
1 Botella, para catar: Concentración; agudizar los sentidos; olvidar para atraer recuerdos; activación de la percepción. La primera botella sirve para aprender, por uno mismo y por el interés de nuestros compañeros por enseñarnos.
2 Botellas, para degustar: La segunda es más relajada, más abierta, y nos enseña mucho sobre la suma. Champiñones a la plancha + tomates cherry. Tierra y mar. Granada y Tetuán. Vino y Gastronomía.
3 Botellas, para saciar: Gambas a la plancha y cocidas se mezclan con política. Quesos y mejillones al vapor, con la curiosidad de ver desde los ojos de otro (un cariñoso saludo para Norden).
4 Botellas, para disfrutar: Si no te gusta la realidad, siempre puedes difuminarla a través de una copa llena de vino. Si te gusta, puedes encerrarla dentro. Las copas casi vacías se transforman en prisiones transparentes, frescas y aromáticas, que son capaces de guardar la torre de un castillo en tierras gallegas.
4 +1 Botellas, para contrastar: La última nos deja otro sabor, contrastado, más dulce, más denso porque lleva la carga de 5 horas de actividad cerebral incesante.
¿QUÉ HEMOS GANADO CON TODO ESTO? En un tiempo en el que la riqueza material es algo tan poco tangible y tan frágil como unas cifras escritas en una tarjeta de plástico y tecleadas en una pantalla, la riqueza abstracta, inmaterial de una noche así puede resultar mucho más real.
Dav & Cris
(Fotos: Ludriel)
martes, 28 de julio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario